Sobre mí

Pilates. La primera experiencia

 

No sé si recordáis aquel día en que fuisteis a una clase de Pilates por primera vez. Estoy segura de que algunos teníais dudas: pensaríais que era un deporte solo para mujeres, o personas mayores, o solo para fortalecer la espalda, o que había que tener la flexibilidad de un gimnasta olímpico. Alguno incluso puede que pensara que se estaba metiendo en algún tipo de secta donde el mundo comería filetes de soja y bebería zumo de algas. Os conozco: algo así se os pasó por la cabeza.


Foto de verdura en un artículo sobre primeras experiencias con Pilates
Desde que hago Pilates, como
solo cuatro rábanos diarios
y tan campante.

Foodism360, Unplash (todas)



Hoy hablamos de:
- Mi primera clase de Pilates
- Resiliencia y Pilates
- Autoexploración en el Pilates de los Elementos

La primera vez en Pilates

Mi primera vez fue en Edimburgo, sí, en Edimburgo, Escocia. Estaba estudiando un postgrado en Arqueología y Prehistoria y ya sabía que no podría dedicarme a ello cuando volviera en España. Seguía adelante por rutina y por miedo, porque no conocía otra cosa, preocupada por el futuro y sin atreverme a cambiar el rumbo. Aún me quedaban muchos meses para terminar mi beca y tenía compromisos con la Universidad que debía cumplir.

Pero vuelvo al Pilates. Quería un deporte que pudiera completar a los que normalmente practicaba: aerobic, danza clásica, jazz, todos aeróbicos. Había oído que el Pilates era un sistema de ejercicios muy completo especialmente bueno para la espalda (que me dolía con frecuencia) y nada más. Me preocupaba que fuera aburrido, yo, que tomaba muchas clases de baile, solo para aturdir mi mente. No tenía ni idea. Desde luego, mi primer día fue muchas cosas, menos aburrido.

Recuerdo que llovía, que hacía viento, que me había empapado los bajos del pantalón en un charco dos calles antes de llegar a la escuela, y que llegué a la clase tarde y de mal humor.


foto de una mujer en la lluvia en un artículo sobre resiliencia en Pilates
Ya os digo que no llegué así de elegante.
Para nada.
Aline de Nadai

Me coloqué al final de la clase y empecé a seguir las secuencias que marcaba la profesora un poco distraída. La parte física no me costaba mucho: tenía buena flexibilidad, resistencia, fuerza… pero llegó el momento en que la profesora, Anne, incluyó unos ejercicios respiratorios y visualizaciones para acompañar un spine stretch forward. Y ahí se fue todo al traste. Mi mente, normalmente distraída en las clases de baile, no tuvo en esta ocasión donde escapar; en vez de centrarse en la respiración, tal como tenía que haber hecho, se enganchó en una serie de rumiaciones cada vez más angustiosas sobre lo que iba a hacer con mi futuro. Sentía que había malgastado los últimos cinco años de mi vida estudiando algo que me conduciría irremediablemente al paro, que había decidido mal mi profesión y que yo personalmente no valía para nada.

Me puse tan nerviosa que empecé a hiperventilar y sentí los latidos del corazón como si se me hubiese subido a la garganta. Un cuadro, vaya.

Anne, profesora excelente, persona aún mejor, se dio cuenta enseguida y sin llamar la atención de la clase, se acercó a mí y me dio unas indicaciones para reconducir mi respiración y mi pensamiento, hasta que me tranquilicé.

        Seguí yendo a clase de Pilates durante el resto de mi estancia en Escocia. Aquellas sesiones de Pilates con Anne y mis compañeros me enseñaron mucho sobre mi cuerpo, pero lo que es más importante, sobre mi mente. De Pilates pasé a la meditación y luego al yoga. Me abrí a toda una rama de las actividades físicas que nunca había creído fuera para mí.


Cactus en blog de Pilates en casa
Yo desarrollándome con la práctica del Pilates
como la florecilla de un cactus.
Zdenek Machacek

Hasta ese momento, había entendido que en la vida había que buscar aquello que te hacía feliz y yo siempre me había visualizado como arqueóloga, no soñaba con otra cosa. Y si aquello no podía ser, entonces nunca podría ser feliz. Muchos hemos creído en eso: que la búsqueda de la felicidad personal es el objetivo de la vida.

Con el tiempo aprendí que a la felicidad no se llega, al menos para quedarse. La felicidad nos irradia solo unos momentos efímeros y con esa breve luz debemos contentarnos.

Luego volveremos a ese tema, que sé que suele ser un tema incómodo.

Termino antes con mi primera experiencia: empecé a aceptar que la vida no iba a traerme una exitosa carrera en la Arqueología y que no pasaba nada si cambiaba de rumbo o incluso si tenía que empezar de nuevo. Cuando acabé mis estudios, volví a España y empecé mi formación para convertirme en profesora de Pilates.

Mi carrera profesional en el Pilates me ha dado muchos momentos de felicidad, al conocer a tantas personas maravillosas como alumnos y compañeros, que han sobrevivido e incluso se han hecho más fuertes, en circunstancias en las que muchos otros se hubieran derrumbado y les he ayudado a ellos al menos tanto como ellos a mí.

Siempre digo que nunca sabes por qué río, pero llegarás al mar.

Foto de gato en bañera en blog de Pilates
 Y desde aquí ¿cómo llego?
Brad Pearson

Y ahora volvemos al tema de la felicidad: momentos efímeros y nada más. Y el resto del tiempo, ¿qué hacemos? Ahí es donde entra en juego la resiliencia.

Pilates y resiliencia

En el idioma español hemos adoptado la palabra resiliencia del inglés resilience pero también estaba en el latín resilio: saltar hacia atrás, rebotar, replegarse.

La RAE define el término como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos, y también como la capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.

Su uso en psicología ha variado un poco a lo largo de la historia, y por ejemplo actualmente no se hace hincapié en que las situaciones tengan que ser necesariamente traumáticas.

Se acepta hoy en día que la resiliencia designa la capacidad de no verse afectado por situaciones estresantes, es decir, sin sufrir los daños psicológicos que afectarían normalmente a otras personas, de adaptarse a los cambios negativos en esas situaciones y recuperarse, pasado el bache, con más facilidad.

     Las personas con resiliencia son personas que persiguen sus objetivos de manera firme pero realista, que son conscientes de sus límites, pero sin dejarse afectar por el pesimismo, que valoran el presente, que son flexibles ante el cambio y que se autorregulan emocionalmente. Como dice Elizabeth Edwards, resiliencia es aceptar tu nueva realidad, incluso si no es tan buena como la que tenías antes.

Milshakes picture of Brenda Godinez in a blog for begginers in Pilates
 Que se me ha pasado un poco la fruta,
pues me hago unos zumitos.

Brenda Godinez

Aunque la resiliencia está influida en parte por nuestra genética, también es una característica que se aprende por modelos, como por ejemplo nuestra familia o nuestros profesores, y también puede entrenarse. Así que vamos a ello.

Todos los deportes fomentan la resiliencia, eso es verdad: todos son buenos para trabajar la tenacidad, para explorar nuestros propios límites, para desarrollar la sensación de control; pero una de las disciplinas físicas que más nos ayudarán a elevar nuestra resiliencia es, supongo que ya lo habréis adivinado, el Pilates.

Durante las clases de Pilates, al menos las mías, se trabaja la capacidad de introspección y de autoexplorarse, la atención al presente, se entrena la mente para que, en vez de pensar, observe lo que pasa en el cuerpo que habita y no se deje llevar por rumiaciones y pensamientos negativos.

El Pilates de los elementos es especialmente adecuado para trabajar la resiliencia. 


Angrama Pilates de los elementos
Los cinco elementos de Pilates

Con el elemento agua entendemos que la vida es cambiante y que hay que saber fluir con ella.

Con la firmeza del elemento tierra, a sobrellevar épocas de más estrés y asacar energía de los momentos felices y de los no tanto. A ser seguro y estable como la tierra.

Con el elemento aire trabajamos la confianza y la flexibilidad. Nos cimbreamos con el viento, como un junco, pero no nos rompemos.

Con el fuego, buscamos una energía bajo control.

Con el metal, la claridad de visión, la serenidad, a perseguir nuestras metas de manera firme y realista, como las flechas de un arco, y a tomar el control de nuestra vida.

Cat on beach picture-kossar mohazab in a Pilates blog
Nuestro gato ha llegado al fin al mar.
Kossar Mohazab

Ahora que ya sabemos de la importancia de esta capacidad en nuestra vida, os animo a trabajarla en las clases de Pilates y que me contéis si alguien recuerda alguna anécdota de su primera clase de Pilates o Yoga. Sé que hay muchas: divertidas, emotivas, interesantes… me interesan todas.


Picture of a bird, Hans Veth, in a Pilates blog for begginers
Con la resiliencia no niegas ni huyes;
aceptas y te adaptas.

Hans Veth

             

Un saludo a todos y feliz Pilates.

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